Horacio Quiroga, además de ser un narrador extraordinario, encontró un modo asombroso de relatar la muerte. Despojada, sin adjetivos ni ceremonias, imprevista... así termina la vida en muchos de los cuentos de Quiroga. Lacónica y rápida.
" Y quedó solo, muriéndose sobre la silla, flor de nobleza y lealtad desamparada bajo la noche azul de Bizancio que velaba la agonía del caballero franco Brandimarte de Brandel"
La princesa Bizantina
"Y una noche llenó de flores su cuarto y se tendió en la cama. Sonrió largamente a su retrato . Lo abandonó para tomar a pequeños sorbos una copa de agua helada. Se cubrió hasta el mentón con la sábana. Agotó en sus labios un ancho frasco de morfina, cruzó sus brazos bajo su cabeza y el suave y sonrosado doncel, flor decadente del idilo, fijó los ojos en el techo, sonriendo"" Y quedó solo, muriéndose sobre la silla, flor de nobleza y lealtad desamparada bajo la noche azul de Bizancio que velaba la agonía del caballero franco Brandimarte de Brandel"
La princesa Bizantina
Flor de Imperio
" Y cesó de respirar"
A la deriva
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